El celo de las Bacantes y su amor no correspondido, en lugar
de desgarrador y cruel para Orfeo, fue más bien un acto liberador de la pena
del músico. Las Ménades, afligidas con la historia, supieron ponerle fin a la
desdicha de su amado. La acción, reprobada por los mitógrafos y poetas de
segunda, alcanzó el más sublime acto de amor: el sacrificio. Un gesto final de
amor y redención, liberando a Orfeo de su sufrimiento y uniéndolo con su amada
en la muerte.