Por toda la ciudad

En un café, él la vio sentada, y supo en ese instante que ella sería el anhelo de su vida. Sin titubear, él entró, y aunque los detalles se desvanecen en su memoria, recuerda haberle recitado sus poemas con fervor. Ya sea que ese momento fuera real o no, su nombre quedó grabado en cada esquina de la ciudad. Desde un zaguan, un observador curioso lo miraba con recelo, mientras los caminos parecían abrirse ante él, intoxicado por el dulce néctar del azúcar. Sin importar la veracidad de aquel encuentro, su nombre resonaba en cada rincón urbano. Tomó su mano con determinación, ascendiendo juntos a un reino de ensueño. La besó con pasión, consciente y despierto, ansioso por confirmar su dicha. Sea real o no, su nombre seguirá grabado por toda la ciudad.