Casual

Aficionado de las novelas, el ingeniero Bonari, advirtió a una mujer en una parada de bondi que si bien podían ser amigos, que se preparara para recibir los mas intrincados versos de amor y algún que otro prospecto sobre lo bello y lo sublime.
Ella al principio reía, luego frunció el seño. El cataclismo era inminente. Ambos se revolcaron en un baldío anónimo.